‘Wonka’, una jirafa y el misionero Kike Figaredo
- On 17 de mayo de 2024
Seguramente pienses que nos hemos vuelto locos o que alguien nos ha hackeado la cuenta, pero no. La película de ‘Wonka’, las jirafas y Kike Figaredo son tres elementos que están más unidos de lo que parece. Empezando por el largometraje, sorprende que dentro de la corriente que el cine está tomando en los últimos años, donde el claro rey es el relativismo, donde todos los personajes son buenos y malos, y donde se intenta siempre meter con calzador todo lo que tenga que ver con la ideología, surjan películas como esta. El bueno, interpretado de manera fabulosa por Timothée Chalamet, es simplemente bueno, y los malos son simplemente malos. Así de claro. Además, la película está cargada de momentos en los que Willy Wonka da auténticas lecciones de moral, dejando claro qué cosas se pueden hacer y qué otras no.
Paul King, el director, no se ha pronunciado nunca sobre sus creencias, pero los simbolismos religiosos y sobre todo de valores que bañan la película nos permiten creer que King (que estudió de pequeño en un colegio religioso) pueda haber querido ser la excepción a la regla de que las películas taquilleras tienen que venderse a lo que la industria de Hollywood quiere.
Pero vamos con la idea de la jirafa, que muy probablemente es por la que estás leyendo esta reseña. En la película, uno de los ingredientes indispensables para hacer el chocolate no es otro que la leche de jirafa… lógicamente es un detalle cómico, pero ¿tendrá algún sentido elegir la jirafa y no el camello o la cebra?
La jirafa se ha utilizado a veces como metáfora de lo que debería ser un buen cristiano. Así lo ha hecho en muchas ocasiones el obispo y misionero jesuita, Enrique Figaredo. En una entrevista aseguró que en sus años de misión en los campos de refugiados camboyanos en Tailandia, estos le recordaban a las jirafas.
Estos animales tienen un corazón muy grande, de hecho el más grande y fuerte de los mamíferos terrestres, ya que lo necesitan para que pueda bombear sangre por su largo cuello hasta la cabeza. ¿Qué cristiano y qué misionero no desea tener un corazón grande para bombear el amor de Dios lo más lejos que pueda? Otro punto precisamente es el cuello largo, que le permite ver desde una altura considerable, lo que puede ser signo de sabiduría. “Si queremos ser buenos misioneros, buenos cristianos, buenas personas con los demás, tenemos que tener gran corazón y sabiduría… visión de larga distancia, no pensar sólo en corto, pensar también con la perspectiva del reino de Dios”, decía precisamente Figaredo en la entrevista. Para terminar, el obispo español en Camboya llama a imitar a las jirafas en su pacifismo: siempre están rodeadas de otros animales, pero siempre de manera pacífica, incluso suelen avisar a las demás especies de los peligros más inminentes, gracias a que los ven antes que el resto.
No creo que Paul King sea un gran seguidor de monseñor Figaredo, pero lo que sí podemos pensar es que se haya fijado en este animal como símbolo de paz, bondad, entrega y sabiduría. El mensaje de ‘Wonka’, y sobre todo de Kike Figaredo, sería el siguiente: ¿quieres ser un buen misionero?, pues sé como una jirafa.