Solo quedan quince días para que termine la Peregrinación Eucarística Nacional, y los frutos que está dejando ya son una realidad.

La Peregrinación Eucarística Nacional que se está celebrando en Estados Unidos ha dejado ya imágenes para el recuerdo. Partieron hace un mes y medio de cuatro puntos distintos del país (norte, sur, este y oeste), y se encontrarán en la Catedral de San Juan Evangelista de Indianápolis para celebrar un Congreso Eucarístico Nacional, el primero en 83 años.

El brazo este (Seton Route) partió el pasado 17 de mayo desde la ciudad de New Haver, en Connecticut, y a falta de dos semanas para la llegada al centro del país, ha cruzado ya el río Ohio, dejando una imagen para la historia de la Iglesia en Estados Unidos.

Tal y como narran los medios locales, un barco ha transportado por el río a los peregrinos perpetuos de la peregrinación del este, pero también al obispo Marl E. Brennan de Wheeling-Charleston y al administrador apostólico de la diócesis de Steubenville, el obispo Edward M. Lohse.

El 23 de junio el barco ha pasado en frente del puerto deportivo de Steubenville, mientras cientos de fieles de la parroquia local esperaban la bendición con el protagonista de esta historia: Cristo Eucaristía. Ha sido el obispo local el encargado de dicha bendición, un momento muy especial para los católicos de la zona, que han podido participar, de esta manera rápida pero impactante, de una peregrinación sin precedentes en la historia de la Iglesia.

Cuenta un periodista presente en la escena que un niño, Joseph Paul, de 4 años, al ver que la custodia y el barco con los peregrinos se alejaba, ha gritado alto y claro, para asombro de todos: “¡Adiós, Jesús!”. Es el objetivo central de este gran acto de la Iglesia en Estados Unidos, que el centro y culmen de la vida cristiana, la Eucaristía, sea vivida por los fieles como un encuentro real con la persona de Jesucristo.

Este evento coincide además con un año muy especial para las misiones; la jornada del Domund del próximo 20 de octubre también lleva como centro la Eucaristía, bajo el lema “Id e invitad a todos al banquete”.