La Virgen María, puente en el diálogo islamo-cristiano
- On 15 de diciembre de 2023
Existe un puente muy principal entre musulmanes y cristianos, del que debemos usarlo para avanzar con pie firme por ese camino del diálogo, hoy tan necesario. Ese puente es María, o Maryam, como se dice en árabe. Para muchos puede ser un descubrimiento conocer lo que los musulmanes creen sobre María. El descubrirlo puede facilitar el camino del encuentro y del respeto mutuo.
Para los musulmanes Dios es el único punto de referencia para el creyente, pero junto a Él están quienes reflejan su santidad. María es una de ellas. María es reconocida por el islam como la madre del profeta Jesús. Es muy interesante constatar que el Corán la menciona 34 veces y siempre con gran respeto. ¡Y lo más más sorprendente es que María aparece más a menudo evocada en el texto del Corán que en la Biblia! María es considerada virgen, llena de fe, obediente a Dios… Y algo más a tener en cuenta sobre la importancia de María en el islam, es que es ella, María la madre de Jesús, la única mujer que da su nombre a una Sura o capítulo del Corán: la Sura 19 se llama Maryam.
La gran diferencia entre la posición de los musulmanes y los cristianos es que, dado que no reconocen a la Santísima Trinidad, no pueden reconocer a Cristo como Hijo de Dios y, por tanto, no pueden considerar a María Madre de Dios. Pero tenemos que dar gracias a Dios por las connotaciones positivas que hacen de María un puente con los creyentes del islam. Lo cierto es que María ejerce una fascinación especial en los musulmanes, es considerada el modelo de todos los creyentes por su fe absoluta y por su perfecta “sumisión” a la voluntad de Dios.
El Concilio Vaticano II tomó nota de la actitud benévola de los musulmanes hacia María, y en la Declaración “Nostra Aetate” se recoge: «La Iglesia mira también con aprecio a los musulmanes que adoran al único Dios, viviente y subsistente, misericordioso y todo poderoso, Creador del cielo y de la tierra, que habló a los hombres, a cuyos ocultos designios procuran someterse con toda el alma como se sometió a Dios Abraham, a quien la fe islámica mira con complacencia. Veneran a Jesús como profeta, aunque no lo reconocen como Dios; honran a María, su Madre virginal, y a veces también la invocan devotamente. Esperan, además, el día del juicio, cuando Dios remunerará a todos los hombres resucitados. Por tanto, aprecian la vida moral y honran a Dios sobre todo con la oración, las limosnas y el ayuno. Si en el transcurso de los siglos surgieron no pocas desavenencias y enemistades entre cristianos y musulmanes, el Sagrado Concilio exhorta a todos a que, olvidando lo pasado, procuren y promuevan unidos la justicia social, los bienes morales, la paz y la libertad para todos los hombres».
María, la Madre de Jesús, tiene una posición relevante en el Islam, y Dios dice que ella es la mejor de las mujeres de entre su creación y que Dios la escogió entre todas las mujeres, por su inmensa piedad y devoción. Y en la Sura de la Familia de Amram se dice de María algo semejante al saludo del ángel en los evangelios: «Y cuando los ángeles dijeron: ¡Oh, María! Allah te ha elegido y purificado. Te ha elegido entre todas las mujeres del universo. ¡Oh, María! Adora a tu Señor, prostérnate e inclínate con los orantes» (Corán 3 : 42-43). Nos recuerda lo que dicen los evangelios sobre la Encarnación.
Pero el principal mérito de María, para los musulmanes, es que es la madre de Jesucristo, Isa Massih (Jesús el Mesías), el que en el Corán es la Palabra de Dios, Su Espíritu, Bendito en todo, el cercano a Dios Muqarrab, el Siervo de Dios, el profeta de Dios, aquel que realiza milagros, que devuelve la vista a los ciegos, que crea la forma de un pájaro, un pájaro vivo, resucita a los muertos, aquel que según el Corán después de su misteriosa muerte es elevado cerca de Dios. Jesús en el Corán casi siempre se presenta como Isa ibni Maryam, (Jesús hijo de María). Valga todo esto para que unidos musulmanes y cristianos, en el modelo de María, siendo todos creyentes, que trabajemos y cooperemos para lograr la unidad de la familia humana, creada y amada por Dios.
Por José Luis Navarro