A mediados del mes de noviembre se organizaron en la diócesis de Niamey, capital de Níger, unas jornadas de juventud en las que estaban invitados los jóvenes de todas las parroquias. «Una revolución en un país tan pobre y donde los cristianos somos una insignificante minoría. Bueno, insignificante… En los momentos de hambrunas, epidemias, inundaciones, tan recurrentes en este país, y proyectos de desarrollo, la Iglesia ha sido siempre una verdadera campeona, muy respetada por todo el país hasta estos nuevos tiempos de yihadismo e inseguridad».

Ahora se trataba de expresar las convicciones y compartir la fe con la alegría, desenvoltura y la determinación de la juventud con el fin de construir una sociedad distendida, confiada y con perspectivas de futuro, en paz. Así lo cuenta el joven Hipólito: «No dormimos mucho, os podéis imaginar. Teníamos muchas cosas de qué hablar y compartir. A la mañana siguiente empezamos enseguida, después del desayuno un montón de actividades y encuentros que nos llenaron el día. A mí, lo que más me interesó fue la reflexión que tuvimos sobre la fe, pero sobre todo el tiempo de adoración que tuvimos ante el Santísimo. Estaba emocionado, con lágrimas en los ojos».

Tras dos días de intenso encuentro regresaban más contentos y con ganas de trabajar en la comunidad. Otro joven, Epifanio, recuerda las palabras de monseñor Laurent Lompo en el envío a la misión: «tenemos la responsabilidad de revitalizar la juventud de nuestras parroquias a través de nuestro compromiso cristiano y nuestro testimonio».