Paula relata sus cinco primeros meses de misión en Perú: ¡ESTOY FELIZ!
- On 24 de septiembre de 2024
Paula Rodríguez Carbonell lleva sólo unos meses en la misión. La joven de Jatari fue enviada por la Iglesia de Madrid a Perú, y desde entonces no hace más que hablar maravillas de lo que está viviendo allí. Hace unos días, escribía a José María Calderón, director nacional de Obras Misionales Pontificias, para actualizar todo lo que ha visto y oído en este corto pero intenso inicio de su misión en Oventeni.
“Lo primero de todo: ESTOY FELIZ”, así empieza la joven de 26 años, quien asegura que a veces “no me creo que esté aquí. Muchos días, por la mañana, cuando me despierto, alucino con poder estar aquí, y me parece un regalazo”. En ese sentido, Paula se muestra muy agradecida con el Señor, que, en sus propias palabras, “se ha pasado el juego de la creatividad” con ella, que nunca se le habría ocurrido pensar de pequeña que viviría algo similar.
“Estoy muy tranquila. Me da mucha paz saber que este es el mejor lugar en el que ahora puedo estar”, continúa escribiendo la madrileña, que narra cómo “los dos primeros meses fueron un poco locos. Se me hizo un poco bola el hecho de ver que no sabía hacer mucho”, y sin embargo, aunque empezó “a no entender por qué era yo la que estaba aquí y no otra persona con más creatividad, con más paciencia o con más experiencia”, ha ido recibiendo la gracia de ver que “Él ya contaba con todo eso, y es bastante relajante saber que no dependemos de nosotros mismos, imagínate el desastre que sería eso”.
En cuanto a lo que Paula hace allí, su misión se centra mucho en la educación: “Por las mañanas estoy con ellos (los niños del colegio) en alguna clase de Ciencia y Tecnología y por la tarde tengo a un grupito de niños de segundo de secundaria, con los que hago las tareas, coloreamos, leemos y vemos películas. Los martes y los jueves tenemos catequesis por las noches. Vivo con las chicas en uno de los dos pabellones y me encanta despertarlas por las mañanas, aunque sea a las cinco y cuarto”.
También está empezando a aprender el idioma local, aunque “¡es tan difícil!”, que los propios niños le ayudan y “se parten de risa con mi pronunciación”. Sin embargo, Paula ya ha aprendido “las partes del cuerpo y algunos animales y frutas”.
Para terminar, y en resumen, Paula asegura que está “disfrutando muchísimo, me flipa estar aquí y no elegiría estar en otro lugar ni de otra manera”.