La firma de Luma

La firma de Luma

  • On 17 de julio de 2023

El héroe de esta historia no tiene nombre, y es un joven de 26 años de una pequeña población situada al sur este de la provincia de Valencia. Se podría decir que nuestro héroe había tenido hasta entonces una vida tranquila, fácil de sobrellevar y sin prácticamente grandes tropezones que le hubiesen hecho desestabilizarse. Un héroe nacido en una familia de héroes normal (que no quiere decir ni mejor ni peor), de clase media, que se pudo permitir en su mejor momento mudarse a una casa más grande y escapar algún verano que otro de vacaciones a la playa de Denia, a Disneyland París por la comunión o a Italia en su viaje más largo.

Cómo cualquier héroe con características similares le iba bien en sus estudios, pues siempre había tenido el referente de su hermana mayor, y en realidad había tenido pocas complicaciones durante esta época. Más allá de tener que elegir conscientemente qué tipo de amistades le convenían, el color de la moto que le consintieron, el bachillerato que quería estudiar o la Universidad en la que pensaba desarrollar su carrera profesional.

Así pues, podríamos decir que la época adolescente de este héroe transcurrió fácil y sin complicaciones, sin pensar demasiado, sin profundizar demasiado en lo que él cómo héroe era capaz o quería conseguir. De esta forma terminó su paso por la Universidad y después de pasar, también sin mucha dificultad, por unas rigurosas entrevistas consiguió un buen puesto de trabajo en una gran empresa interproveedora de otra gran empresa (más grande que la otra) a simplemente cinco minutos de casa. Y claro, ¿qué más se puede pedir? Sin más, todo aquello que se había propuesto o todo aquello que se suponía debía conseguir ya lo había conseguido, ahora tan solo le quedaba pedir un pequeño préstamo para un coche y cuando le fuese mejor otro para la casa y, por último, en el momento que alcanzase un buen puesto otro para el chalet en la playa de Gandía.

Como podéis ver todo, absolutamente todo, estaba en paz. Pero claro, esta historia carecería de sentido sin su villano, sin su moraleja, sin ese mensaje que nos hace pensar y reflexionar. Y es que tal vez otro héroe aquí hubiese encontrado su remanso de paz, pero sin entrar en absurdas comparaciones marvelistas que ahora mismo no vienen al caso, el héroe de esta historia hasta entonces no había conocido a su villano todavía y aquí, justo en este momento, se le presentó. Este villano se hacía llamar DUDA, aunque después evolucionó a INFELICIDAD.

Este villano aplicó sobre el héroe todos sus superpoderes: tristeza, ansiedad, ira, estrés, insomnio, depresión… tantos que el héroe era incapaz de saber por dónde le caían, pues nunca jamás había tenido que enfrentarse a tan gran batalla. Y evidentemente, como os podréis imaginar terminó por derrotarlo teniendo que tomar la única decisión que creyó que podía ayudarlo a sanar: dejar de perseguir aquello que estaba persiguiendo. Esta decisión fue difícil pero al mismo tiempo liberadora, pues el villano ipso facto se convirtió en DUDA de nuevo. Pero era evidente que en cualquier momento este podría volver atacar y debía prepararse mejor si quería ganar esa futura batalla.

En este momento es dónde os presentaré al mentor de este héroe, y espero que me disculpe por dar y compartir su nombre en público, pero sería injusto que otros héroes o heroínas en apuros no lo conociesen. Su nombre es José Domenech, en su día diácono en el pueblo del héroe y a día de hoy, formador del Seminario Mayor la Inmaculada de Valencia (un mentor en toda regla, vamos). Este mentor habló al héroe en numerosas ocasiones de las misiones, de la grandísima experiencia que supone para muchos héroes y de su poder transformador. Así pues, recordando las palabras del mentor nuestro héroe intuyó que aquí podría encontrar el arma tan valiosa que le permitiría vencer al villano.

Cualquier misión tiene un destino concreto, aunque en realidad en este momento la geografía para el héroe no era determinante, este hermoso lugar fué Honduras. Allí junto a las Hermanas de la Congregación del Sagrado Corazón de Jesús y Maria, pudo descansar, sanar sus heridas y empezar a reconstruir un pequeño remanso de paz a su alrededor. La DUDA o INFELICIDAD le perdió la vista, seguro que anduvo furiosa buscándole en el asiento de su oficina enfrente de aquella pantalla, en la sala dónde tomaba un café tras otro para mantenerse activo o en aquel polígono en el que casi fumó un paquete de cigarrillos entero después de salir a las 22:00h de trabajar y asegurándose de que esa no era la paz que él anhelaba. Y así día tras día, entregado al otro y sin pensar absolutamente ni en el antes ni en el después, se fue reconstruyendo prácticamente desde cero. Algunos pensaban que este héroe había perdido la chaveta, que había lanzado por los aires todo aquello conseguido durante tanto tiempo, que estaba perdiendo un mes de su vida y haciendo padecer a su familia… pero en realidad os aseguro que estaba ganando la vida entera.

Aunque todo esto hizo más fuerte al héroe, le faltaba el arma. Pues todos sabemos que tarde o temprano los villanos reaparecen de nuevo con nuevas capacidades y más indestructibles. Os parecerá curioso, pero el arma se la facilitó un joven mentor de alrededor de unos 8 años. Allí el héroe estuvo colaborando con niños/as, haciéndoles juegos, dándoles algunas charlas o ayudándoles en sus tareas escolares. En una de ellas un pequeño mentor hondureño le preguntó inocentemente, o no tanto, por su profesión. A lo que el héroe quedó por unos segundos sin respuesta pero finalmente le respondió que era un gran ingeniero industrial que trabajaba para una gran empresa. En ese momento el arma apareció ante el héroe viéndose reflejada en los ojos de aquel muchacho. Se le mostró en forma de tristeza e incomprensión, revelándole que tal vez estaba equivocado y que esa paz que buscaba únicamente la podía encontrar a través de una única forma: el SERVICIO.

A su vuelta evidentemente la DUDA volvió a atacar, pero tenía ya poco que hacer con este héroe que había convertido el SERVICIO en su mejor arma para derrotarla y sentirse en paz. Este SERVICIO lo vuelca ahora sobre sus alumnos y alumnas como profesor, profesión y vocación que el héroe ahora ama con todas sus fuerzas. También la sigue desarrollando y fortificando en este hermoso proyecto que les presentamos: LUMA y todo el pueblo hondureño, al cuál les debe tantísimo.

En definitiva, aquí les presentamos la historia de uno de tantos héroes y heroínas que conforman esta organización. Héroes y heroínas venidos de distintas villas, héroes y heroínas que han tenido que luchar y siguen luchando contra terribles villanos, héroes y heroínas que han tenido que librar grandes batallas, pero que han estado acompañados de grandes mentores a lo largo de su vida. En garífuna (grupo étnico hondureño) LUMA significa “acompañar”, y es en este acompañamiento en el que estos héroes y heroínas han fortificado armas como la entrega, el servicio, el trabajo en equipo, la apertura o la sinceridad. Por que no hay batalla que no pueda librarse y vencerse si se hace con las armas adecuadas. ¿Te LUMAS?

José Lorenzo (LUMA)

 

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