Abril 2023
- On 17 de abril de 2023
Por Blanca Serres
Cine – ADÚ
Dirigida por Salvador Calvo y rodada en Benín y en Melilla, es una película auténtica, sugerente, emocionante y profundamente humana. Adú entrelaza tres tramas que transcurren paralelas y nos ofrecen tres perspectivas diferentes sobre la cuestión de la inmigración ilegal.
Por un lado, presenta la difícil situación a la que se enfrenta la guardia civil que vigila la verja que separa Melilla de Marruecos, una situación que plantea serias contradicciones entre el deber de cumplir la ley y el deber de velar por la vida y dignidad de las personas. Por otro lado, narra la situación de un técnico de una ONG que trabaja en África protegiendo a los elefantes de los cazadores ilegales y que se enfrenta con dificultad a un necesario proceso de inculturación y de empatía hacia los lugareños. Durante la acción, el técnico recibe la visita de su hija, una adolescente que flirtea con el mundo de las drogas.
Y, por último, el corazón de la trama: la historia de un niño camerunés de seis años que se ve obligado a tratar de llegar a España después de ser testigo involuntario de la matanza de un elefante a manos de unos cazadores furtivos.
El viaje que propone Adú te conduce a reflexionar sobre las barreras que separan Occidente de África con un potente y urgente mensaje. Mientras descubres lo peor y lo mejor del alma humana, tomas conciencia de ciertas realidades mucho más cercanas en tiempo y en espacio de lo que parecen. Y la historia del niño camerunés no cuenta el periplo de un único niño. Esa es la tragedia. En el film, después de la muerte de un refugiado, la abogada de los agentes investigados entorno al caso lanza la pregunta: “¿Quieres que vuelva a ocurrir?” Y la pregunta resuena en tu interior, y se queda contigo en tu encogido corazón. Excepcional. No te la pierdas.
Lectura – LA ALEGRÍA, TAMBIÉN DE NOCHE
Cualquiera diría, hoy en día, que la felicidad es fácil de conseguir. En todos los escaparates sociales se nos anuncia la felicidad como un producto de fácil adquisición equiparándola al éxito, la euforia o el placer. También parece haber gran diversidad de caminos para conseguirla: la sobreocupación, el deporte, la obsesión por el cuerpo, el morbo de las vidas ajenas, el dinero, etc.
Pero entonces llega José María Rodríguez Olaizola con un mapa para no perderte entre tanto sucedáneo, atajos equivocados o propuestas engañosas de felicidad tal y como hoy se nos intenta vender. Con su libro “La alegría, también de noche” se consigue limpiar y purificar este concepto, separándolo de lo que no es. No podemos llamar felicidad a cualquier cosa, ni cualquier camino nos lleva a ella. Que no nos engañen, la felicidad consciente, sostenible, libre e inteligente integra dosis de fracaso, de debilidad, de riesgo y de noche.
Parece que nos empujen a vivir, forzados a existir al límite y sin límites, “sin memoria ni proyectos; llamados a pasarlo bien en todo momento; asediadas las bases de aquello en lo que creemos; obligados a superar al instante las contrariedades para seguir mostrando al mundo que somos fuertes y capaces, la felicidad termina siendo únicamente una parodia de bienestar. Termina siendo una felicidad cautiva del momento, excesiva y efímera”.
Si acompañas a otros en esto de la vida y de la fe… te recomiendo esta lectura clara y breve que nos ayuda a iluminar la confusión, la saturación, la sobrexposición a tantos mensajes contradictorios y vacíos que inundan nuestro día a día.
Canción – MODERACIÓN
¿Cuánto debemos amar? ¿Realmente existe el amor a medias? La nueva canción de Camilo y JP Saxe me invitó a reflexionar sobre esto. Podemos encontrar personas que aman a medias, lo cual significa que no entregan todo su corazón, existen reservas y cierta distancia emocional. El amor va ligado a la entrega, entregarnos 100% a cada momento que vivimos, a cada persona con la que compartimos, y ser conscientes de ello nos ayuda a vivir con paz y plenitud nuestra vida.
Hacer algo con moderación significa evitar el exceso o disminuir la intensidad. Pero sería ilógico pensar que el amor bueno y sano viene en cuotas o en porcentajes. Cuando revisamos la vida de Jesús, cuando observamos orantes la vida de su madre María, o cuando hablamos de tantos apóstoles y hombres y mujeres santas de nuestro tiempo creo identificar en ellos una entrega vivida sin reservas, con total intensidad. Es reflejo del Amor de Dios, en Él encontramos la grandeza de amar sin medida.
La canción que compartimos en esta sección puede animarnos a no tener miedo de recibir y compartir ese amor verdadero que es para ti, plenamente. Con un lenguaje actual y joven, “Moderación” habla del amor que sonríe, del amor que sueña, del amor que llora, del amor sufriente… pero siempre del amor completo. ¡Es el mayor sentido de nuestra existencia!
Corto animado – EL NIÑO, EL ZORRO, EL TOPO Y EL CABALLO
Ha ganado un Oscar este año. Pero eso no es lo más importante de este corto animado. La historia trata de un pequeño niño perdido que va encontrando en el transcurso del film a diferentes compañeros que le ayudarán a encontrar aquello que desea: un hogar.
Arranca el corto con una pregunta: “¿Qué quieres ser cuando crezcas?” y la respuesta no puede ser más sugerente: “Amable”. Seguramente, algo más que amable, pues el original “kind” en inglés, nos ofrece una visión amplia del concepto ligado a la bondad y a la dulzura. Y esa bondad se cultiva en el interior del ser humano, el amor mismo clama desde el interior ese espacio que es solo suyo.
Esta fábula expresa con ternura que nadie llega a ningún lugar solo, siempre necesitamos de otros. Y sabernos amados nos ayuda a enfrentar cualquier obstáculo. Confiar, amar y compartir se hacen presentes en el corto animado de Charlie Mackesy de forma rotunda, como piezas clave para alcanzar ese hogar anhelado.
La composición gráfica refleja la sensible y frágil interioridad humana, como reclamando el especial tacto que requiere compartir la vida con otros, poniéndonos en su lugar con el ánimo de facilitar y no obstaculizar el desarrollo de las personas en su búsqueda incesante de sentido y paz. “El niño, el zorro, el topo y el caballo” me pareció una composición exquisita que bien podría reflejar esa “revolución de la ternura” a la que nos invita el Papa Francisco.