“De niña iba en bici a pedir para el Domund. Hoy, soy misionera”
- On 17 de enero de 2023
Hoy, Pilar Boves es misionera en Mozambique pero, cuando era pequeña, era el vivo ejemplo de la Infancia Misionera. Este pasado domingo celebramos la jornada de esta obra pontificia y hoy os traemos su historia, recogida en la revista Alfa y Omega:
“Después de casarse, mis padres se fueron a Cuba, y los cuatro hermanos nacimos allí. En el colegio pedían donativos para las misiones y se llevaba lo que cada uno recogía en casa. Mi madre, que era muy misionera, siempre me hacía trabajar más, cogía una hucha que hubiera en casa, le ponía un papel que decía Misiones, y me enviaba con la bicicleta lejos, a los ingenios, unas fincas donde se producía azúcar. Los directivos vivían en chalets, y yo iba casa por casa, y sí me daban dinero. Mi madre me decía: «Ve siempre al sitio donde nadie va». Esto que me inculcó ha seguido conmigo toda mi vida.
Mi madre también me enseñó a ser generosa. Nosotros vivíamos bien económicamente, pero me decía que hay que dar no de lo que sobra, sino de lo tuyo. Una vez, vino a casa una niña que conocíamos, que vivía en un barrio marginal. Cuando llegó no estaba mi madre, y como venía sucia la bañé y le puse un vestido nuevo que me habían mandado de España. Cuando mi madre llegó con más gente de la familia, una prima protestó porque le había dado ese vestido tan bueno. Yo le dije a mi madre: «Como tú me dices que hay que dar lo mejor…». Y ella me dio la razón.
Todavía no tenía el deseo de ser misionera pero ya desde muy pequeña, cuando hablaba con mi hermana, ella decía que iba a casarse y a tener muchos hijos. Y yo respondía: «Yo voy a cuidar a los niños de otros». ¡Y es lo que hago!
Dios primero me llamó a ser religiosa. Con 45 años, un año después de morir mi madre, me destinaron a las misiones. Todo el mundo me decía que, además de Dios, era mi madre la que me enviaba. Salí de España para ir a México, luego fui a Colombia y ahora llevo cuatro años aquí, en Mozambique (África). Ya tengo 71 años.
Aquí en Mozambique tenemos una escolinha, una guardería a la que vienen 60 niños de 3 a 5 años. Aquí los niños trabajan mucho, incluso los de esta edad. Van a por leña, a por agua, cuidan a los hermanos más pequeños… El otro día vi a una niña de unos 4 años con un tronco enorme en la cabeza. No tienen tiempo para ser niños. En la escolinha hacen lo que no pueden en casa: juegan, les contamos cuentos… También aprenden portugués, que es el idioma oficial de Mozambique. Ellos en casa hablan macua. Y, sobre todo, les enseñamos a rezar”.
Los misioneros nos necesita para poder continuar con su labor, y los niños también nos necesitan para poder avivar su espíritu misionero. Podemos ayudarles en www.infanciamisionera.com.