¿Misionero o misionero?

¿Misionero o misionero?

  • On 16 de febrero de 2024

Si verdaderamente queremos hablar de cosas actuales tenemos que hablar de lo que es más actual. Lógicamente. Y nada hay más actual que la palabra de Dios que siempre es viva y eficaz. Pero no solo queremos hablar de actualidad, sino que queremos hablar de la actualidad misionera. Algo que podría parecer difícil, en principio, pero todo lo contrario, porque la palabra de Dios siempre nos suscita la misión. Entonces solo tenemos que hablar de la Palabra de Dios, que siempre es actual y siempre está en dinamismo misionero, como diría nuestro querido amigo… el Papa Francisco.

Al final, esta es la idea que siempre se quiere transmitir cuando hablamos de que somos discípulos misioneros, que el cristiano por naturaleza es misionero. Sin embargo, en mi opinión, aunque esta idea sea muy sencilla y muy clara, tenemos que estar atentos y alerta porque nunca dejamos de ser hijos de nuestro tiempo y, hoy en día, tenemos un gran problema que puede dificultarnos entender esto.

Y este gran problema del que hago mención no es otro que nuestra enemistad con el diccionario. Sí, nuestra enemistado con el diccionario. Muchos de los problemas interpersonales que tenemos en nuestra vida cotidiana se deben a que no sabemos comunicarnos: por un lado, no sabemos expresar nuestras ideas con precisión, y por otro, no sabemos entender lo que el otro nos quiere transmitir. La lengua sigue siendo una asignatura pendiente y minusvalorada por muchos. Y al final acabamos como en la Torre de Babel, que como no sabemos comunicarnos… pues… nos enfadamos y nos separamos.

Y es esta enemistad con el diccionario la que puede dificultarnos entender la afirmación de que el cristiano es misionero por naturaleza. ¿Por qué? Porque como nos hemos olvidado de nuestro amigo el diccionario también nos olvidamos de que las palabras pueden ser polisémicas, es decir que en contextos diferentes puedan tener significados diferentes. Y esto es lo que, a mi juicio, pasa con el término “misionero” que tiene al menos dos acepciones importantes, y que si se usan indistintamente puede llevar a confusión.

Por un lado, la palabra misionero hace referencia a esa actitud en salida de querer llevar el evangelio a aquel que no lo conoce. Es una actitud, un comportamiento, una disposición, un sentimiento, un ardor, un deseo…

Y por otro lado, el término misionero hace referencia a aquellas personas concretas que han recibido la vocación de salir de su tierra para anunciar el Evangelio en aquellos lugares en los que la Iglesia no está implantada.

    De este modo podríamos llegar a hablar de personas que son misioneras porque tienen esa actitud del corazón y ese celo apostólico pero no son misioneras porque no se han ido a la misión. Y viceversa, personas que son misioneras porque se han ido a la misión pero no son misioneras porque les falta esa actitud del corazón.

    De tal modo que si no conocemos el significado que toma la palabra misionero cada vez que la escuchamos o leemos podemos acabar confundidos. Por ejemplo, cuando el Papa utiliza la expresión “bautizados y enviados” y nos dice que somos misioneros por nuestra condición de ser cristianos está usando la primera acepción, es decir que tenemos que tener un celo apostólico de llevar a Jesús a las almas que no lo conocen. Y cuando el Papa Pío XII pidió misioneros fidei donum se refería a misioneros como vocación, es decir, personas que dejasen su tierra y partiesen a los lugares donde la Iglesia no existía. Si intercambiamos las acepciones podríamos entender que el Papa pidió misioneros solo de corazón y que no hacía falta que nadie se fuese a la misión a los territorios de misión. Y viceversa cuando el Papa pide que seamos misioneros de corazón no nos está pidiendo que nos vayamos a los territorios de misión sino que tengamos ese deseo de llevar a Jesús a todas las almas en el lugar en el que estemos.

    Entonces, ¿cómo podemos solucionar esto? Pues muy fácil, como el Papa está dando el ciclo de catequesis sobre la pasión por la evangelización y lo ha denominado “celo apostólico” podemos usar este mismo término: cuando hablemos de la primera acepción de misionero, de ese deseo podemos en vez de decir la palabra misionero podemos decir celoso, de que tenemos que tener un celo apostólico. De este modo, para la frase de “todo cristiano es misionero por naturaleza” diríamos “todo cristiano es celoso por naturaleza”, así no habría lugar a dudas y entenderíamos claramente que se refiere al celo apostólico de llevar el Evangelio a los que no lo conocen.

    Aunque… ahora que lo pienso… es verdad que si seguimos enemistados con nuestro amigo el diccionario podríamos acabar pensando que la palabra celoso es lo mismo que envidioso y que los cristianos tenemos que ser envidiosos por naturaleza. Entonces… mejor vamos a dejarlo como está.

    Pablo de Mergelina

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